“La defensa del inocente que no ha nacido debe ser clara, firme y
apasionada, porque allí está en juego la dignidad de la vida humana”
FRANCISCO, Gaudete et exsultate 101
Junto a toda la Iglesia en la Argentina, en esta hora, y como siempre, afirmamos: la dignidad de la vida de cada persona tiene un valor inmenso por haber sido creada a imagen y semejanza de Dios.
Toda vida es sagrada y por lo tanto: vale toda vida. El hambre, la falta de acceso a condiciones dignas de vida, de trabajo, de salud, de educación, son señales muy preocupantes de una mala elección que conduce a la muerte y a la desdicha, el descarte y el desprecio.
La ciencia misma devela y confirma, con nuevas y poderosas tecnologías el misterio de la vida dentro y fuera del vientre de la madre; y esto nos permite celebrar el don de la vida de un nuevo ser humano desde los primerísimos momentos de su concepción.
Ante esto, la defensa de la vida humana que realizamos como Iglesia es una apelación, principalmente, a valores inscriptos en la conciencia de cada persona, que reconoce que no es lícito quitar la vida de un inocente.
Es la defensa y la apertura a la vida, desde la concepción y hasta la muerte natural la que genera condiciones para un auténtico desarrollo. De allí que la búsqueda de leyes y políticas justas en este campo sea una cuestión que trasciende a la ética individual y se configura como una exigencia para el bien común y el cuidado de la dignidad personal.
En esto, es el amor el que nos sana, nos salva y nos rescata, sobre todo, de nuestro egoísmo y del drama de estar encerrados en nosotros mismos.
Así, ayer, hoy y siempre, renovamos nuestro compromiso a favor de la vida:
Comprometiendo todos nuestros esfuerzos en cuidarla y promoverla como el mayor bien que recibimos;
Colaborando con las distintas iniciativas que han surgido y surgen en el campo de la vida pública para favorecer acciones y políticas educativas, sanitarias, laborales, previsionales y culturales de promoción de los derechos de la maternidad vulnerable, procurando ayudar a prevenir las muertes maternas y cuidar la vida de la madre y el niño;
Con una pastoral que sea una propuesta de aliento e inspiración, en la que nos proponemos ser creativos en estrategias pastorales para acompañar a toda vida;
Proponiendo la verdad y la belleza de la vida, y el amor humano en este contexto nuevo y difícil, pero apasionante.
En esta opción por la cultura de la vida, que la Sagrada Escritura nos propone y que el magisterio de la Iglesia ha explicitado de tantas maneras, asumimos una nueva y particular responsabilidad.
Las dificultades y problemas que pueden presentarse no tienen que desanimarnos; deben servirnos más bien como estímulo para una respuesta mucho más creativa e integral que respete el derecho a la vida de todo ser humano.
Vivir y construir la convivencia social con la certeza de que Dios existe, otorga bases sólidas a la vida social, reconociendo al prójimo como hermano y evitando el riesgo de un individualismo que conduce a la indiferencia y a falta de solidaridad.
¡Apasionados por la vida! con todos los hombres y mujeres de buena voluntad, cuidemos y promovamos siempre la belleza de la vida.
+ SERGIO ALFREDO FENOY
Arzobispo de Santa Fe de la Vera Cruz
Junto al Equipo Arquidiocesano por la Vida
Santa Fe de la Vera Cruz, 30 de diciembre del Señor de 2020.-