lunes, 31 de agosto de 2015

MENSAJE EN OCASIÓN JORNADA MUNDIAL ORACIÓN

MENSAJE A LA COMUNIDAD ACADÉMICA 
JORNADA MUNDIAL DE ORACIÓN 
POR EL CUIDADO DE LA CREACIÓN 
(1º de setiembre de 2015)



La Comisión Directiva de ADUC SF comparte el siguiente mensaje a toda la Comunidad Académica en ocasión de la Jornada Mundial de Oración por el Cuidado de la Creación (1º de setiembre de 2015), enviado por el Sr. Secretario Académico UCSF, Abog. Esp. José Ignacio Mendoza.

Santa Fe, 31 de agosto de 2015.-

Estimada Comunidad:

Hermanados con la Iglesia Ortodoxa, el Papa Francisco nos convoca este 1º de setiembre a una Jornada Mundial de Oración por el Cuidado de la Creación (cfr. Carta al Presidente del Pontificio Consejo Justicia y Paz el 06 de agosto, Fiesta de la Transfiguración del Señor).

Desde cada uno de nuestros lugares en esta comunidad académica, podemos sumarnos a esta iniciativa que nos coloca en comunión con toda la Iglesia, da testimonio de una disposición a la unidad en lo necesario, y nos habilita a renovar nuestro propio ofrecimiento a ser constructores de cambio en los ambientes donde podamos hacer algo por un mundo mejor, por la responsabilidad de aquello que nos ha sido dado para alcanzar a Dios.


La oración es espacio de comunicación, de agradecimiento, de ofrenda, de pedido y -fundamentalmente- de escucha de la Voluntad de Dios en nuestra vida. Por eso San Agustín decía: “Concédeme primero el Don de saber pedirte; después, el de hacerme digno de ser escuchado, y, finalmente, el de ser libre”.

Qué es lo que Dios quiere de nosotros en orden a que todo lo que se nos ha sido dado, incluya, y pueda seguir siendo puesto al servicio de las generaciones que nos siguen.

Desde la propuesta del Santo Padre, no podemos hacer nada si primero no hemos hecho nada en nosotros mismos.

Es importante ser parte de un movimiento que cambie tanto sistema opresivo y devastador de las cosas creadas, pero su consistencia, su perpetuación en el tiempo, tiene que estar aferrada a nuestra convicción, a nuestra cotidianidad, a un hábito que nos permita en todo ser testigos de ese valor que procuramos y que - al mismo tiempo - nos inspira.

Para limpiar los mares, limpiemos primero nuestro corazón, ese lugar inmediato, y raíz que nos hará capaces de alcanzar a renovar las cosas.

Animemos entonces a nuestros alumnos, con nuestro propio testimonio, a descubrir el lugar que estamos llamados a ocupar en este cambio que debe ser definitivo, en la medida que acepte qué tan persistente debe ser en el tiempo y en los ambientes donde debe intervenir.

Abog.Esp.José Ignacio Mendoza
Secretario Académico del Rectorado


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