lunes, 15 de septiembre de 2014

MENSAJE EN OCASIÓN DEL DÍA DEL PROFESOR UNIVERSITARIO

La Comisión Directiva de ADUC SF / AGDUC SF comparte el siguiente mensaje a toda la Comunidad Académica, en ocasión de la celebración del "Día del Profesor Universitario - 17 de Setiembre de 2014", enviado por el Sr. Secretario Académico UCSF, Abog. Esp. José Ignacio Mendoza.


MENSAJE EN OCASIÓN DE LA CELEBRACIÓN 
DEL DÍA DEL PROFESOR UNIVERSITARIO 
EL 17 DE SETIEMBRE DE 2014


Estimados

Esta semana tiene singular importancia para toda la comunidad académica de la Universidad Católica de Santa Fe, al ser aquella que contiene la celebración del “Día del Profesor” el miércoles 17 de setiembre.
Es por eso que, en las puertas del conjunto de celebraciones que le siguen, quiero dejarles estas reflexiones para que puedan ser compartidas con los docentes, no docentes, alumnos, como un gesto de vínculo que nos confirme en la vocación y el ánimo compartido.

Abog.Esp.José Ignacio Mendoza
Secretario Académico del Rectorado

“Todos los docentes deberán estar animados por los ideales académicos y por los principios de una vida auténticamente humana....” (Juan Pablo II en la Constitución Apostólica sobre las Universidades Católicas “Ex corde Ecclesiae” -punto 22-)


Estimados Docentes:


CELEBRACIÓN, REALIDAD Y PROMOCIÓN DOCENTE

Las celebraciones no son ya simples actos formales que se despojan de la realidad a la que refieren.
Las celebraciones se “ubican” en los contextos institucionales donde se producen, y se vinculan significativamente con las personas a las que refiere la realidad que es objeto de conmemoración.
Se trata de una suerte de “encarnación” del mensaje, que revela su honestidad y su mirada asociada con la realidad. Sin embargo, en esa asociación, se trata también del esfuerzo por no quedar atrapados de modo excluyente por las urgencias que muchas veces se imponen en la agenda docente.
Los componentes de esta agenda, sin duda, constituyen legítimas necesidades y satisfacciones, pero de las que se hace posible comprender que tienen que ser visualizadas en las condiciones bajo las cuales, la educación superior de gestión privada, procura realizarse en escenarios donde se ejecutan políticas educativas poco favorables a su propuesta afectada por estereotipos y reduccionismos que olvidan muchas veces el esfuerzo pionero de las instituciones de esta naturaleza, aún, cuando ella está inmediatamente vinculada con el derecho reconocido a la Iglesia Católica de brindar este servicio (cfr.artículo 26 y 63 de la Ley Nacional Nº26206).
La cotidianidad de la tarea, las condiciones educativas bajo las cuales, el lenguaje pedagógico y el lenguaje profesional, deben encontrarse para definir una intervención propiciatoria del saber como experiencia que el docente suscita y el alumno protagoniza, se encuentran con percepciones de complejización “poco claras” del trabajo académico, que ajenizan a algunos, resultan indiferentes a otros, pero que también, germinan entusiasmos que pueden ser multiplicadores de aquellos que tienen una percepción negativa o negadora.
Ninguna de estas actitudes es estéril, todas son oportunidades que debemos estudiar y aprovechar para encontrar en ellas, interrogantes y respuestas en una congregación de voluntades y reflexividad que promueva a cada docente y a todo lo que ellos realizan, pese a estas dificultades.


VOCACION PERSONAL

La docencia universitaria, tiene sus raíces en la vocación personal, se nutre de una elección primaria de la persona que educa, quien primero, ha sido ella misma parte del proceso educativo en el que ahora asume un rol diferente.
La manera de enseñar, entonces, ha supuesto la manera de aprender. Nuestras practicas docentes, circularizan nuestras experiencias positivas y negativas en la hora que nos tocó (o que nos sigue tocando) educarnos.
Mantenernos atentos a este llamado personal, importa referenciar un criterio propio de autoevaluación, que supera a las definiciones de evaluación institucional o externa. Se trata de nuestras conciencias, de nuestra manera de vivir, y de la forma en que aquello que hacemos, es parte intrínseca de lo que somos.
La pasión por las disciplinas, a las que llamamos “nuestras disciplinas”, también nos impulsan a referirnos a los alumnos como “nuestros alumnos”, porque son parte de nosotros, de esa misma pasión, donde es -en definitiva- el hombre integral, lo que nos funde en el mundo científico y académico.
La educación superior dirigida a los jóvenes, nos moviliza a encontrar un ambiente cultural de profundas heridas y dificultades, donde las alternativas que se les ofrece, pueden suscitar en ellos decisiones graves, que los desvinculen o ajenicen de la solidaridad, la liberación del hombre por la verdad, el bien común, y un sentido integral de justicia y caridad.
Pero también, la educación superior dirigida a los adultos, nos obliga a revincularlos con la esperanza, y con la responsabilidad de no quedar atrapados ni condicionados por el tiempo y las decepciones, sino de hacer el tiempo y la experiencia, una ofrenda que no deja de multiplicarse de cara a la sociedad a la que se sirve.


IDENTIDAD Y DIALOGO CON EL CARISMA INSTITUCIONAL

La diversidad es la expresión de la riqueza de Dios que obra en la historia y en la creación. Esa diversidad es necesaria, incluyente, y nos llama a recordar cómo hemos sido enviados a todos, aceptando que a la participación en la verdad del hombre, se llega por el camino de la fe, y por el camino de la razón natural (cfr. -punto 5 y su cita a San Agustín en Serm. 43, 9: PL 38, 258-).
El discernimiento de esa diversidad, se hace a la luz de la gracia cuando encontramos en ella esa capacidad de integrarnos mediante los diferentes talentos (cfr.Mt.25, 14-30), pero cuando es causa de división y enojos, clara es la ausencia de esta inspiración, por lo que debe ser prudente y permanentemente acompañada (en este sentido las pautas que nos brinda el documento de la Congregación para la Doctrina de la Fe “Communionis notio” en su apartado IV).
El valor de la docencia en la Universidad Católica es su habilitación a llamar a todos hacia un pluralismo honesto y constructivo, haciendo del respeto por los valores del Evangelio, una oportunidad y no una antinomia (cfr. Juan Pablo II en la Constitución Apostólica sobre las Universidades Católicas “Ex corde Ecclesiae” -punto 26, 47 y Parte II, artículo 2, 4-; y artículo 33-in fine-de la Ley Nacional Nº24.521; artículo 6 in fine y 34 de los Estatutos de la UCSF).


RELACIONES ENTRE LA NATURALEZA LA EDUCACIÓN
Y LA NATURALEZA DEL EDUCADOR

La educación y el conocimiento son un bien público y un derecho personal y social (cfr. artículo 2º de la Ley Nacional de Educación Nº 26206).
Esta caracterización de la legislación nacional, en el marco de las competencias constitucionales a tales efectos (cfr.artículo 75, incs.18 y 19 de la Constitución Nacional), nos impone volvernos hacia este sentido político y jurídico de la educación, dentro de la que localizamos especialmente a la educación superior.
Este “retorno”, nos lleva a profundizar y actualizar su valor, pero también, su alcance, para validar nuestras realizaciones, y para que los aportes que se hacen desde esta comunidad universitaria, sean visibles en cuanto eficaces en los medios donde interviene.
Lo bueno, como adecuado a la naturaleza de las cosas, está vinculado en la expresión legal, a lo que es “de todos”. Se trata de responder, no solo a las expectativas de la sociedad, sino a lo que ella misma se debe, y por lo que en sus relaciones para con todos los miembros, debe asegurar la inclusión y la igualdad de oportunidades, para que los beneficios de la cultura, del conocimiento, de la ciencia y la técnica, lleguen a todos, por la debida justicia social.
Lo mismo se precia, por ende, del derecho como atributo otorgado a una necesidad, que debe ser respetuosa de la dignidad humana integral, sin reduccionismos, absolutizaciones, ni fragmentaciones que desconozcan en los hechos una adecuada concepción de los derechos-deberes del hombre a partir de una concepción antropológica plena (cfr. puntos 13, 14, 125, 126, 153 ss y cc del Compendio de Doctrina Social de la Iglesia de la Pontificia Comisión Justicia y Paz).


“HAY UN TIEMPO PARA TODO...” (Eclesiastés 3)

Las trayectorias docentes, importan una reflexión acerca de la forma en que cada uno ha sabido entregarse a la comunidad académica, especialmente a sus alumnos, y cómko, tanto el la alborada como en el atardecer de ese recorrido, el vértigo del principio y los balances del final, pueden ser interpretados a la luz del pasaje de las Escrituras que referencian este apartado.
Una búsqueda de lo que e quiere de nosotros, y de lo que nosotros mismos queremos al provocarnos por la opción hecha, o por el paso cumplido.
Todo será entonces -para algunos-, y fué -para otros-, una enseñanza, no implicada solo en la palabra, sino -además-, en los gestos, las presencias, la perseverancia.
La gratitud de nuestros alumnos -de los pasados y de los existentes- supera a una institución, sin excluirla por cierto, porque, su riqueza, será el testimonio de aquellos que nos encuentren en la vida profesional, y nos reconozcan por lo que hayamos sido capaces de dejarles, de motivarlos, de cuestionarlos.
Uniéndonos entonces, a las oraciones por todos, animándolos a que se confirmen en su vocación personal, atentos a las miradas y a las expectativas de sus alumnos, que estas sean celebraciones de fruto bueno y abundante.


Abog.Esp.José Ignacio Mendoza
Secretario Académico del Rectorado UCSF

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