miércoles, 17 de septiembre de 2014

MENSAJE A INTEGRANTES CARRERA DE NUTRICIÓN

La Comisión Directiva de ADUC SF / AGDUC SF comparte el siguiente mensaje a los integrantes de la Carrera de Nutrición de la Facultad de Ciencias de la Salud en ocasión de la preparación de los trabajos para asociarse a la Jornada Mundial de la Alimentación -  16 de Setiembre de 2014, enviado por el Sr. Secretario Académico UCSF, Abog. Esp. José Ignacio Mendoza.


MENSAJE A INTEGRANTES DE LA 
CARRERA DE NUTRICION DE LA 
FACULTAD DE CIENCIAS DE LA SALUD 
EN OCASIÓN DE LA PREPARACIÓN DE LOS TRABAJOS 
PARA ASOCIARSE A LA JORNADA MUNDIAL DE 
LA ALIMENTACIÓN (16 de octubre de 2014)

Santa Fe, 15 de setiembre de 2014.-

Sr. Delegado del Rector
Srta.Coordinadora Académica
Sra.Secretaria de Gestión
Sra.Coordinadora de la Carrera de Nutrición

Conforme lo ha anunciado en fecha 20 de mayo de 2014 el sitio oficial de las Naciones Unidas, Su Santidad el Papa Francisco, sumará su voz a la lucha contra el hambre y la malnutrición participando en la Segunda Conferencia Internacional Sobre Nutrición (CIN2) que se celebrará entre el 19 y el 21 de noviembre en la sede de la FAO en Roma, lo que confirmara el Observador Permanente de la Santa Sede ante las agencias de la ONU con sede en Roma, el Arzobispo Luigi Travaglino.



Juan Pablo II ya reconocía el valor de estas iniciativas institucionalizas de orden internacional cuando afirmaba (cfr.Mensaje a la Conferencia de la FAO del 03 de noviembre de 2001) que “...vuestra Conferencia quiere comprometerse a ser como un signo de esperanza para el mundo, manifestando que hay algunas personas decididas a realizar una gestión responsable y creativa, garantizando "la seguridad alimentaria" para cada miembro de la familia humana. Esta determinación se funda en el reconocimiento de que todo ser humano goza del derecho inviolable a tener una alimentación adecuada y que todos los hombres, en particular los que desempeñan cargos de responsabilidad, tienen por consiguiente el deber de asegurar que se respete este derecho. Es un principio que deberemos aplicar no sólo a las personas, sino también a las naciones...”.


En este contexto, en fecha 14-09-2014, he recibido mediante el Sr.Delegado del Rector en dicha Unidad Académica, la iniciativa de la Coordinación de la Carrera de Nutrición de la Facultad de Ciencias de la Salud, para expresar e inaugurar un espacio de reflexión pública, sobre el tema propiciatorio de este evento.
Ya el Director General de la FAO, José Graziano da Silva, expresó con relación la del Santo Padre: "Doy la bienvenida a la presencia del Papa Francisco en la CIN2 y a su compromiso con el futuro que queremos. Un futuro que empieza por garantizar la seguridad alimentaria y la nutrición a todas las personas".
No puedo dejar de recordar de modo conjunto con los organismos internacionales que mientras 842 millones de personas sufren hambre crónica, la FAO estima que muchas más más mueren o sufren por los efectos nocivos de una nutrición inadecuada. Cada año, cerca de 7 millones de niños mueren antes de cumplir los cinco años, 162 millones de niños menores de cinco años no tienen un desarrollo adecuado y, al mismo tiempo, 500 millones de personas son obesas.

La preocupación de este orden puede ser comprendida desde el origen del hombre y de su vocación trascendente porque “en el libro del Génesis, Dios pone la creación en manos del hombre (cf. Gn 1, 26. 28), y en esta dirección debemos mirar si queremos comprender los desórdenes actuales. Falta una gestión justa de los bienes de la creación, con una evidente desigualdad en la distribución de los recursos” (cfr.Mensaje de SS Juan Pablo II a la Conferencia de la FAO del 03 de noviembre de 2001).

Si recordamos con el Papa Pablo VI en 1967 que el desarrollo es el nuevo nombre de la paz (cfr. Populorum progressio, 76-77), podemos aceptar con SS Juan Pablo II que “Después de los terribles acontecimientos del 11 de septiembre, han comenzado amplios debates sobre la justicia y la urgencia de corregir las injusticias. Desde una perspectiva religiosa, la injusticia es el desequilibrio radical en el que el hombre se levanta contra Dios y contra su hermano, ocasionando el desorden en las relaciones humanas. Al contrario, la justicia es esa completa armonía entre Dios, el hombre y el mundo que la Biblia describe como el paraíso. Muchas injusticias en el mundo transforman la tierra en un desierto...” (cfr.Mensaje de SS Juan Pablo II a la Conferencia de la FAO del 03 de noviembre de 2001).



El año pasado, el Papa Francisco se dirigía a la FAO (cfr.Mensaje para la Jornada Mundial de la Alimentación 2013) que “es un escándalo que todavía haya hambre y malnutrición en el mundo. No se trata sólo de responder a las emergencias inmediatas, sino de afrontar juntos, en todos los ámbitos, un problema que interpela nuestra conciencia personal y social, para lograr una solución justa y duradera. Que nadie se vea obligado a abandonar su tierra y su propio entorno cultural por la falta de los medios esenciales de subsistencia”.

Conciente de las paradojas de la posmodernidad, el Papa señalaba entonces que “en un momento en que la globalización permite conocer las situaciones de necesidad en el mundo y multiplicar los intercambios y las relaciones humanas, parece crecer la tendencia al individualismo y al encerrarse en sí mismos, lo que lleva a una cierta actitud de indiferencia —a nivel personal, de las instituciones y de los estados— respecto a quien muere de hambre o padece malnutrición, casi como si se tratara de un hecho ineluctable. Pero el hambre y la desnutrición nunca pueden ser consideradas un hecho normal al que hay que acostumbrarse, como si formara parte del sistema”.

Por eso, la propuesta que ofrece es clara: “Pienso que es necesario, hoy más que nunca, educarnos en la solidaridad, redescubrir el valor y el significado de esta palabra tan incómoda, y muy frecuentemente dejada de lado, y hacer que se convierta en actitud de fondo en las decisiones en el plano político, económico y financiero, en las relaciones entre las personas, entre los pueblos y entre las naciones...Solidaridad que no se reduce a las diversas formas de asistencia, sino que se esfuerza por asegurar que un número cada vez mayor de personas puedan ser económicamente independientes”.


Es, entonces, desde esta perspectiva de la solidad, el Santo Padre afirma que puede romperse:”...la lógica de la explotación salvaje de la creación y orientando mejor nuestro compromiso de cultivar y cuidar el medio ambiente y sus recursos, para garantizar la seguridad alimentaria y avanzar hacia una alimentación suficiente y sana para todos. Esto comporta un serio interrogante sobre la necesidad de cambiar realmente nuestro estilo de vida, incluido el alimentario, que en tantas áreas del planeta está marcado por el consumismo, el desperdicio y el despilfarro de alimentos”.

Actitudinalmente, a este estado se llega como bien lo recuerda la intervención del Papa como “...uno de los frutos de la «cultura del descarte» que a menudo lleva a sacrificar hombres y mujeres a los ídolos de las ganancias y del consumo; un triste signo de la «globalización de la indiferencia», que nos va «acostumbrando» lentamente al sufrimiento de los otros, como si fuera algo normal”.

Esta valoración, es cualitativa para abordar el problema de la distribución, y se mantiene asociada a la que Su Santidad Juan Pablo II hiciera el 13 de noviembre de 1996 (cfr.Mensaje a la Cumbre Mundial sobre la Alimentación celebrada en Roma entre el 13 al 17 de noviembre de 1996):”como habéis constatado, las consideraciones demográficas no podrían, por sí mismas, explicar la deficiente distribución de los recursos alimentarios. Es preciso renunciar al sofisma que consiste en afirmar que «ser numerosos, significa condenarse a ser pobres»....La educación asegurada a todos, los equipos adaptados a las realidades locales, las políticas agrícolas juiciosas y los circuitos económicos equitativos pueden constituir factores que, a largo plazo, produzcan efectos positivos. Una población numerosa puede ser fuente de desarrollo, puesto que implica intercambios y demandas de bienes. Evidentemente, esto no quiere decir que el crecimiento demográfico pueda ser ilimitado. Toda familia tiene deberes y responsabilidades propias en este campo, y las políticas demográficas de los Estados deben respetar la dignidad de la naturaleza humana, así como los derechos fundamentales de las personas. Pero sería ilusorio creer que una estabilización arbitraria de la población mundial o, incluso, su disminución, podrían resolver directamente el problema del hambre: sin el trabajo de los jóvenes, sin la aportación de la investigación científica y sin la solidaridad entre los pueblos y entre las generaciones, los recursos agrícolas y alimentarios serán probablemente cada vez menos seguros, y los sectores más pobres de la población seguirán estando por debajo del umbral de pobreza y excluidos de los circuitos económicos”.



Tal como he venido haciendo en otras intervenciones, no puedo dejar de vincular esta reflexión, con aquel desafío que la reciente sistematización del “Modelo Educativo de la UCSF”, ha colocado a todos los integrantes de la comunidad educativa de nuestra Universidad.

La meta concreta del esfuerzo y del encuentro educativo, nos lleva a mantener viva la reflexión y la creatividad, por desarrollar las capacidades y habilidades en nuestros alumnos por: a) maximizar sus talentos para ser “insignes” -en tanto destacados y referentes- en las disciplinas y las tareas que los reclamen profesionalmente; b) concientizarlos de la asunción efectiva de su responsabilidad por las decisiones que tomen en el campo de incumbencias al que llegarán con su saber; c) realizadores concretos (testigos) de los valores que hayan aceptado en la verdad plena, a la que se que llega por la fe o por la razón natural, este camino posible, debido al alcance universal de su esplendor.



Por eso, a la luz de este camino, nuestro compromiso institucional es entonces: “educar en la solidaridad significa entonces educarnos en la humanidad: edificar una sociedad que sea verdaderamente humana significa poner siempre en el centro a la persona y su dignidad, y nunca malvenderla a la lógica de la ganancia. El ser humano y su dignidad son «pilares sobre los cuales construir reglas compartidas y estructuras que, superando el pragmatismo o el mero dato técnico, sean capaces de eliminar las divisiones y colmar las diferencias existentes» (cfr. Discurso de SS Francisco a los participantes de la 38º Sesión de la FAO -20 de junio de 2013-).

Asociados a la preocupación y el esfuerzo educativo que nos mantiene en comunión desde la Universidad Católica como obra de la Iglesia y servidora del hombre, aprovecho la oportunidad para saludarlos atentamente.-


Abog.Esp.José Ignacio Mendoza
Secretario Académico del Rectorado

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