viernes, 25 de abril de 2014

SANTIDAD

Habiendo recibido un inspirado texto de parte del colega docente Dr. José Ignacio Mendoza, profesor de Doctrina Social de la Iglesia y de Teología Dogmática II en la Dirección de Filosofía y Teología de la UCSF, la Comisión Directiva de ADUC SF ha querido compartirlo con todos ustedes:

SANTIDAD
Proclamación de Juan XXIII
y Juan Pablo II como Santos


Asociado a la alegría y a la esperanza de la Iglesia Universal, no se puede estar ausente de este acontecimiento de gracia que importa la proclamación de los Pontífices Juan XXIII y Juan Pablo II como santos.
La virtud de la santidad, implica el compromiso de la firme búsqueda de la voluntad de Dios en la vida personal y en la vida de la Iglesia como comunidad de fe, que ha hecho de estos Pastores, signos inconfundibles de la decisión y la voluntad que han confiado en la Providencia como asistencia y resguardo para conducir al Pueblo de Dios en épocas difíciles y desafíos definitivos.
Se trata de un coraje que atravesó el curso de la historia convirtiéndose en hitos que marcan lo anterior y lo posterior a esas intervenciones, que no han sido prevalentes por si mismas, sino que siempre han dejado ver a Dios como autor de los logros y protagonista de las realizaciones.
Se trata de “dejar traslucir la gracia”, de motivar y provocar desde la dimensión del convencimiento, no se las exaltaciones ni la temeridad; se trata de una tarea de evangelización audaz, pero no sobre-expuesta ni escénica.
Es que Dios mismo, tiene un lenguaje de perdurabilidad, y puede así discernírselo cuando comprobamos la progresividad, la perseverancia de frutos que se arraigan en la eclesialidad, y que también brotan en todos los hombres de buena voluntad que honestamente descubren la verdad por su participación en la razón natural.
Las elecciones definitivas, motivas cursos de acción definitivos, porque la verdad exige estos extremos, pero es una radicalidad que se detiene en el corazón de los hombres, de cada Iglesia Particular que ha sido capaz de descubrir en el mensaje y el testimonio de estos hombres de Dios, su propia vocación personal y comunitaria.
Porque la mayor injusticia denunciada por estos hombres, ha sido la indiferencia, el apartamiento del otro, el ensimismamiento ajenizante y aislacionista, que muchas veces ha justificado políticas y programas de todo tipo, que han despojado a la humanidad de la solidaridad y de la paz.
Hombres entregados al testimonio Mariano más genuino, y oferentes de la Iglesia Universal al amparo de María Santísima, porque se involucraron en la confianza incondicional a Dios, y en el seguimiento de Jesús, huella por huella, desde los momentos de mayor consolación, hasta los de mayor desolación.
En comunión con SS Francisco, animados por la alegría de estos intercesores para rezar por él y por todos nosotros, nuestras necesidades y las de una humanidad que debe ser rescatada y curada, como acto profundamente evangélico, aquel mismo que nos haga uno en el Buen Pastor que da la vida por sus ovejas.

José Ignacio Mendoza
Teología Dogmática II

1 comentario:

Eduardo Quintana dijo...

Excelente el texto enviado por el Dr. Mendoza.